Le llegó al Perú la hora de debatir y quizá normar el matrimonio homosexual, llamado con el eufemismo de "unión civil". Es cierto que no será como un matrimonio tal y como lo conocemos, pues no se llama así, y, además, no plantea la adopción de niños. Estoy seguro que estas dos últimas omisiones se han hecho con la intención de evitar que nos arañemos más de lo que ya lo hacemos. Hay que aceptarlo, somos el tercer mundo, otra cultura, no podemos recibir el paquete completo de una, es demasiado.
Yo soy católico y trato de seguir más o menos lo que me plantea mi religión, sin embargo me es inconcebible obligar a alguien a pensar o actuar como yo. ¿Qué daño me hace que un par de chicos o chicas se junten y se amen? ¿Mermará algún derecho mío que pepito asegure a juanito por todo el amor que le tiene? Podrá ser para algunos una atrocidad, la mayor bestialidad, tal vez inhumano, contra natura, pero ¿y? Al final las culpas ultraterrenas las paga uno. El monseñor o alguna señora megaconservadora no irá al infierno por lo que hacen otros en su intimidad. Con lo anterior hago evidente que estoy en las antípodas del planteamiento de Cipriani sobre un referéndum y que elija la mayoría. Está de más decir que los derechos no pueden suprimirse por votación pública y masiva de la mayoría. ¡Por Dios! ¿De cuándo acá la mayoría es sabia? Obviamente se debe aceptar que hay posiciones en contra, y están en todo su derecho. Otra cosa es que se rechace el proyecto, por ejemplo, porque va contra los planteamientos de Dios.
El problema, como siempre, es que quienes deciden sobre estos temas son, muchas veces, personas con poco conocimiento, al menos, sobre lo que se discute. Estas personas se dejan llevar por sus pasiones, sus "valores" o temores. Otros son simplemente opositores obstinados con frases tan estúpidas y faltas de criterio como la siguiente:
Lo siento, no pude evitar comentar ese tuit, pues este señor es congresista de la República. O sea, según él, los gays u homosexuales son o pretenden ser un género. Por favor, que alguien le diga que la identidad de género (hombre-mujer) y la orientación sexual (heterosexual-bisexual-homosexual) son cosas distintas, o al menos que alguien le dispare para que no sufra.
Solo me queda por decir que es hora de que el Perú esté a la vanguardia de América Latina, del mundo. Siempre hemos sido los últimos, que esta vez no sea así. Aceptemos que los tiempos cambian, que la tolerancia es el único camino hacia lograr el desarrollo de la mayoría. A nosotros la unión civil nada nos quita, a otros les puede cambiar la vida. Reivindiquemos los derechos de esta minoría. Que la valentía de decir al mundo lo que son sea recompensada con los derechos que anhelan y merecen.