sábado, 27 de julio de 2013

SOBRE LAS MANIFESTACIONES


 

   Tengo una y mil dudas sobre si son válidas las marchas y/o protestas. Una parte de mí me dice que las personas que están en el poder son elegidas por nosotros, el pueblo; por esto: ¿protestar no sería prácticamente atentar contra nuestras decisiones?¿El mal actuar de nuestros representantes no es tan solo el resultado de nuestra poca conciencia al momento de decidir el voto? Al fin y al cabo hay una revolución cada cinco años. Luego de un lustro, el pueblo retoma el poder y decide a quién lo entrega. En conclusión, si hay una sarta de incapaces y ladrones es porque la democracia hizo que el pueblo decida, y este le entregó la soberanía a quienes no tienen la capacidad de manejarla. Y quien toma malas decisiones tiene la obligación de aceptar las consecuencias positivas o negativas que estas generen. 

   La posición anterior tiene muchos vacíos: ¿qué hay de quienes no votaron por aquellos que gobiernan? Aunque en una democracia decide la mayoría, si esos individuos meditaron y no le dieron su voto de confianza a quienes cometen tales actos de corrupción, no entiendo el porqué de no poder protestar y rebelarse a alguien con quien nunca se estuvo de acuerdo. Hay otro caso: ¿los ciudadanos que votaron por ciertas autoridades, debido a que estas pactaron hacer una gestión por el bien común y no el individual, no tienen derecho de exigir lo prometido? Sin duda, son ellos quienes tienen el derecho primigenio de protestar, de salir a las calles a reclamar lo que les ha sido arrebatado con falsas promesas. Si alguien me alquila una vivienda, yo debo de pagar el alquiler; si no lo hago, el propietario tiene el derecho de pedir su propiedad de regreso. Aunque, como sabemos, las autoridades no dejarán el poder que han obtenido hasta terminar el ciclo acordado. Pero, aun así, las marchas y manifestaciones son una forma de presión. Estas le demuestran al gobernante que el pueblo no es inmóvil, que el pueblo sabe que tiene derechos y que puede exigirlos. Una protesta es una aliciente para hacer las cosas bien, de lo contrario, se podría llegar, inclusive, a una guerra civil. 

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